En Madrid no pude evitar hincarle el diente a un bocadillo de «calamares».
La experiencia, a la madrileña. Entras en el bar, el camarero te ficha, te pones nervioso (hemos perdido la práctica de una atención rápida y efectiva), disparas lo que quieres, te cobran y en un pis pas te encuentras saliendo por la puerta con un bocata de «calamares» ardiendo en la mano, le pegas mordisco, lo saboreas, y como un rayo pasan algunas ideas por la cabeza: el pan es blando pero a ese bocata le pega bastante, el «calamar» quema mucho, el rebozado es muy ligero y fino, está aceitoso pero… «¡¿qué quieres Joan?! ¡acaba de salir de la freidora! así que yo mismo me digo que está en el punto justo de aceite, no sabe a fritanga y a cada mordisco mis dientes parecen cuchillas ultra afiladas incidiendo en la carne del «calamar», vamos que se cortaba como mantequilla.
Raudo y veloz voy al hotel, escribo un post y empieza el debate: Pota vs Calamar.
Parece ser que me han dado pota por calamar y no me he enterado. Igual prefería no saberlo y seguir pensando que eso era calamar. El debate en Ig me acaba de fastidiar bastante, ahora solo que veo pota por todos lados, hacia unas horas era feliz con mi calamar aceitoso y no era consciente de hasta donde llegan los tentáculos de la pota, ahora siento que es como un virus que inunda cualquier espacio reservado hasta la fecha al buen calamar y a la buena sepia, bendita ignorancia.
Es difícil de identificar para un paladar no experto, a decir verdad, yo creo que aún no la identifico en muchas ocasiones pero también debo decir que creo que muchos de nosotros hemos crecido ya con los nombres cambiados, es decir, que casi todo lo que he comido como calamar a la romana en bares y restaurantes normalmente es pota. Y claro, así no avanzamos.
Es una lástima que nos den «gato por liebre», y en este caso «pota por calamar». Las razones: el precio. Y el escudo: que el cliente no se entera. Pero no se entera porque se le ha engañado desde siempre. Así que, gracias por engañarnos y por cargaros todo el universo gustativo y gastronómico de los presentes y futuros.
Podría extenderme un poco más pero la verdad es que me retiro un poco cabizbajo y apenado al darme cuenta de que lo que yo pensaba que era uno de los mejores bocadillos de sepia rebozada de Valencia quizá no sea sepia y sea pota. Era más feliz cuando pensaba que donde pone «calamar» es calamar y donde pone «sepia» es sepia.
Y he incluido la sepia porque en cuanto a ese icono bautizado como «Bocata Romana», el cual es de sepia pero mucha gente se empeña en llamarlo «Bocata de calamares»: Estaba bueno, pero no tanto como cuando la duda de la pota aún no había entrado en mi cabeza. A medida que mordía me asaltaban muchas preguntas: ¿porque la sepia tiene un sabor salino? el pan es muy bueno, el rebozado es gordo y se deshace, la verdad es que es un poco aceitoso, bastante aceitoso, no lo recordaba así… y ¿estos hilos duros que no puedo morder y hacen que me lleve todo el trozo de golpe? ¿esto estaba la última vez que lo probé?… bbffff mejor me dejo la mita y me lo tomo luego en casa con más calma.
Aunque lo que hasta ahora era «sepia» pudiera ser pota, que no lo sé, no voy a permitir que una pota me destroce el mito entorno al único bocata de sepia rebozada de la Avenida del Oeste. Para mi siempre será un mítico, un clásico y un icono digno de ser probado y disfrutado.
Fucking pota my friends,
Joan Ruiz